Tepic, Nayarit, 14 de Septiembre del 2018

Cada año, el mes de septiembre cuenta con la peculiaridad de engrandecer con entusiasmo, el pecho de más de un mexicano, observando en cada esquina o plaza principal, decoraciones con alusión a las fiestas patrias,  recordando que aquella noche del 15 y 16 de septiembre, en la que el pueblo se alzó en la rebelión por la independencia de un país, México.

Es conocido, que el 16 de septiembre de 1810, se inició el movimiento contra el disgusto que generaba la corona española, siendo el punto de unión entre criollos, indios y mestizos, con la intención de terminar con el dominio español que había gobernado durante 300 años, convirtiéndolo en el virreinato de la Nueva España.

En este sentido,  esta tradición nacional conmemora el día en el que el cura Miguel Hidalgo y Costilla,  acompañado de Ignacio Allende y Juan Aldama,  exhortaron a la población de dolores, a levantarse en armas en contra del dominio español, en un acto mejor conocido como “El grito de dolores”, iniciando con un pequeño grupo de 15 hombres y pocas armas, que poco después se convertiría en un ejército de 100 mil hombres y 95 cañones.

Lo anterior, estaría enmarcado en una primera etapa de la lucha por la independencia, la cual daría término cuando el cura Hidalgo y los principales jefes del movimiento  tuviesen varias derrotas militares, siendo tomados prisioneros, para posteriormente ser decapitados, exhibiendo sus cabezas en la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato; una manera común para generar temor y pena publica, así también lograr que las personas desistieran el ser parte de esta rebelión. 

Tras caída del primer ejercito insurgente, ya se encontraba uno nuevo en formación, comandado por ya había surgido otro comandado por José María Morelos y Pavón, alumno de Miguel Hidalgo en el Colegio de San Nicolás, y quien definió por completo los propósitos de la revolución, con el documento “Sentimientos de la Nación”, plasmando los sustentos necesarios para llevar a cabo una nueva nación constituida por los principios de la libertad, sin desigualdad entre clases y la fraternidad.

Durante su dirigencia, tuvo una fuerza mayor en el sur, pasando por Oaxaca, Guerrero y Morelos, pero no solo ello, en sus diferentes triunfos obtenidos, en Chilpancingo, se gestionó el primer congreso de Anáhuac de la actual república mexicana y del cual derivó la constitución de Apatzingán. No obstante, en su marcha hacia el norte, a finales de 1815, en la batalla de Temalaca,  finalmente es fusilado.

Posterior, a la muerte del “Siervo de la nación”, la lucha se tornó a resistencia, sin sucumbir a las batallas y victorias del ejército realista, con el mando de Francisco Javier Mina, lograría dar aliento a lo poco que quedaba de la revolución, combatiendo en lugares importantes y alzando en victorioso en guerras. Tristemente, fue capturado y fusilado el 11 de noviembre de 1817, solo quedando en el sur Vicente Guerrero junto a Agustín Iturbide, quienes serían los encargados de la consumación.

Tras once años de lucha,  Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide formaron el ejército Trigrarante, al mismo tiempo se firmaron en 1821 los Tratados de Cordoba, donde Juan O’Donoju, jefe político de la Nueva España, acepto la autonomía de México como una nación soberana e independiente. Es entonces, cuando el 27 de septiembre de 1821, que el ejército trigarante, marcha triunfal sobre la ciudad de México, y con ello el 28 de septiembre es firmada el acta de independencia.

Es por ello, que México se viste de fiesta por su independencia, donde en cada lugar se observa su bandera, distinguida por sus colores verde, blanco, rojo y en el centro el símbolo del águila posada en un nopal devorando una serpiente. En cada ciudad, el momento culminante es cuando el gobernante en turno, aparece sobre la multitud reunida, para escuchar los nombres de los héroes que brindaron una nación independiente y soberana, exclamando en un grito unísono de pasión “¡Viva México!”.

Área de Prensa de la UAN